Y ahora qué.

Levanto las manos y noto como acaricio las nubes de un cielo bastante azul, como una princesa de cuento con un largo vestido rosa y purpurina, realmente a mi no me gustan esos cuentos, ni esos vestidos, ni esa sensación de tocar el cielo, noto como una lágrima recorre mi cara lentamente, y una niña pequeña me pregunta que porque no me gusta ser una princesa, nose porque me lo dice, nose porque sabe lo que pienso, y ella sigue hablando diciendo que ella desearía ser una princesa, ser como yo, un grito de mi boca sale diciendo que no que no sea como yo, ella asustada me pregunta porque, yo tristemente la respondí que los cuentos no existen, que los finales felices no existen, por lo menos todas esas cosas de color de rosa no están hechas para mi, ella se fue corriendo llorando, alguien tendría que decirle la realidad, la cruda realidad.