No es es que me guste reírme de las desgracias ajenas, es que tu sinceramente te lo mereces.
Si, que me río de ti, ¿por qué? porque te lo mereces. Porque llevas una vida y media puteandome y ahora, ahora te jodes, porque pensabas que todo era perfecto y te iba a salir todo bien, pero por suerte él no te ha elegido, y no, no me da pena.
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