!

Seguidores

domingo, 1 de mayo de 2011

Y sufrí de tal manera, por dejar de ser quien era.

Áspera y húmeda está mi mejilla, pero no puedo parar de llorar, porque te quiero.
Esa noche fría de invierno, donde tu y yo eramos felices. Mi cabeza encima de tus piernas, comiéndonos a besos, acurrucados en el salón, frente la hoguera, nuestros deseos en el fuego, pero eso no nos preocupaba. Al llegar a clase me sentaba y solo te miraba, a la salida en el banco de aquel parque nos sentábamos y tu me abrazabas.
Pero una tarde no tan fría, nos paramos y callados nos dijimos adiós.
Ahora solo sé que vivo para morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario